barranca abajo
de Florencio Sánchez.
Versión: Cristina Banegas/Lucila Pagliai
Vestuario y escenografía: Magda Banach
Dirección: Cristina Banegas
Elenco: Don Zoilo (Gustavo Portela); Doña Dolores (Alejandra Bignasco); Prudencia (Victoria Hernández); Robustiana (Denisse Van der Ploeg); Rudecinda (Julieta Ranno);
Martiniana (Pato Condron); Aniceto (Pablo de la Fuente); Juan Luis
(Gerardo Maleh); Capitán Gutiérrez (Diego Aroza).
Producción TNC: Dora
Milea. Producción local: Alma Festa.
Diseño gráfico: Verónica Duh/Ana Dulce
Collados. Realización de escenografía: María Martina Urruty. Realización
de vestuario: Agustina Bianchi. Asistencia de dirección: Claudio
Rodrigo. Coreografía: Virginia Leanza. Iluminación: Magda
Banach/Cristina Banegas
Atrapado en un espiral de desgracias que lo
hace descender mareado entre medio del polvo de las peores miserias, así
va Don Zoilo, despojado de todo, hasta de su apellido, cayendo en
“Barranca abajo”.
La obra del dramaturgo uruguayo Florencio
Sánchez, que en Argentina se estrenó en 1905 a cargo de la Compañía de
los Podestá, abrió en el Coliseo el jueves un historial que desde su
fundación, hace ya 130 años, estaba vacío.
Por primera vez, el Coliseo produce un
espectáculo propio, en una también histórica colaboración con el Teatro
Nacional Cervantes, en el marco de su Plan Federal de Coproducciones que
está cumpliendo sus primeros diez años. Y lo hace a lo grande con un
clásico que, por clásico justamente, no pierde un ápice de su vigencia, y
nos habla de injusticias, discriminación, violencia y de cómo los lazos
familiares ceden y se fracturan ante una crisis externa.
“No nos interesa hacer un teatro
arqueológico”, había dicho antes del debut la destacada actriz y
directora Cristina Banegas, responsable de la adaptación y dirección de
esta puesta, y se notó.
Una especie de orquesta fogón produce el
sonido ambiente necesario para ubicar al espectador en un ventoso
desierto de la Pampa seca; incluyendo hasta una antiquísima máquina de
viento, que es manipulada en vivo por los actores que van saliendo de la
escena principal. Este recurso se transforma en una de las
características distintivas de la puesta que, sin embargo, no es la
única.
Minimalista, con pocos pero contundentes
elementos, la escenografía es una protagonista más. Dinámica, acompaña a
los actores y los complementa, apoyada por un vestuario añejo tan
detalladamente logrado, formando en conjunto, con la tenue iluminación,
un gran cuadro de época, en tonos tierra, digno del espacio geográfico
en el que está ubicada la historia.
El despojo escénico, una metáfora quizás del
saqueo material y afectivo que sufre Don Zoilo Carabajal, es suplido sin
embargo con la potencia dramática de los nueve actores que, durante
todo el transcurso de la obra, permanecen en escena.
Banegas y Lucila Pagliai adaptaron “Barranca
abajo” buscando rescatar la contundencia dramática de la escritura de
Sánchez, actualizando voces interiores que resuenan hoy de la misma
forma de ayer, poniendo todo el énfasis en los actores.
fotos Santiago Bianchi
fotos Melisa Paruchevski
asistente de vestaurio Agustina Bianchi
asistete de escenografía Pi Urruty
vestuario
escenografía
No hay comentarios:
Publicar un comentario