.


silencio....


.




por favor... estamos escuchando el





silencio



.





la viuda del matadero 

de Pedro Gundesen 
dirección  Guillermo Cacace

“El Matadero” de Esteban Echeverría es el cuento que repaso con más frecuencia de aquellos textos obligatorios de la escuela primaria. Recuerdo el momento preciso de la lectura, las paredes del aula, la ubicación del pupitre. Hoy lo que me continúa atrapando de la obra son dos particularidades únicas. La primera es su vigencia. “El Matadero” continúa afirmando la existencia de categorías opuestas (civilización y barbarie, unitarios y federales, central y periférico) en una sociedad siempre dispuesta a encontrarlas. Quien así lo quisiera podría recurrir al texto en búsqueda de un sólido argumento para el ordenamiento y la clasificación cartesiana. Una especie de presente testarudo que se impone a grito pelado y custodia la vigencia de la obra. La segunda es la feroz e inédita potencia que tienen sus imágenes. Una vez que se las lee, se convierten en material indeleble y pegajoso: la multitud peleándose por las vísceras, los charcos de sangre en el barro, el unitario perdiendo su blancura en la barbarie. La síntesis que busca Echeverría con ellas (y que logra indefectiblemente) es única. Por todo ello, “El Matadero” es para mí, un estribillo al que siempre regreso. Un acorde eternamente listo en la memoria para ser tarareado. Y en “La Viuda del matadero” de nuevo ha reaparecido, esta vez como punto de partida. “La viuda del matadero” pretende ser una continuación del cuento, pero esta vez, mudando al espectador desde el matadero a la casa de la viuda del unitario asesinado. La viuda vive allí junto a Casilda, su negra y a la Amita blanca, su hija. Han transcurrido diez años desde la muerte del unitario y su viuda ha ido cristalizando la condición de víctima, rindiendo un religioso homenaje a su luto. Y desde ese lugar de autoridad pura se permite señalar lo monstruoso, aquello que la ha arruinado ¿Quién dejaría de entenderla? ¿Quién podría negarle esa posibilidad? El Matadero es una victoria de la racionalidad sobre la pasión bárbara. “La Viuda del matadero” sondea esa propuesta ¿Hay en lo monstruoso, en lo periférico, algo atractivo? ¿Hay alguna rendija por donde se cuele la posibilidad de romper los opuestos? ¿Es esa hendidura la atracción sexual? ¿La pulsión tantas veces taponeada? En la racionalidad, seguramente, no encontraremos respuesta. La “Viuda del matadero” no es una réplica categórica a la posición maniquea que plantea Echeverría, es una continuación elegida entre todas las continuaciones posibles. 









No hay comentarios: